jueves, 15 de septiembre de 2011

Sumido

Siento como oleadas de agujas,
Penetran la fría piel,
Él dolor me acompaña esta noche
Anestesiado por la horda de palabras acumuladas en mis labios,
Languidezco, muero y renazco en cada parpadeo.
Soy conciente e inconciente a la vez,
Los sentidos se agudizan y la fiebre me embriaga
El cuerpo no es más que un cubo de hielo desasiéndose en la noche.
Y los  gritos se ahogan antes del estallido,
Trago mi sombra, mi nombre y los murmullos quedan suspendidos.

Podría rasgar la piel y ahondarme en la espesa sangre,
Podría buscar el nombre de un huérfano
Cuando los espasmos se vuelven incontrolables
Y me siento fuera de este mundo,
Casi conectado con los muertos.
Ya olvidaba la sensación de fatiga
Las inflamaciones desnudas, en la carne pálida.
El eco de palabras en el cielo nocturno.
Las medicinas que tanto odio tomar,
El sabor amargo y el asco en mis entrañas.

Entonces medito,
Me elevo a la par de las estrellas
Y respiro, evadiendo la cáscara inútil que me esclaviza.
Los ojos se inundan recorriendo los surcos anudados;
Sonrío, fumo, camino, me siento, salgo, entro y me estanco.
Soporto las palpitaciones,
El músculo tirante el veneno entrando por el torrente de sangre pétrea
Y aprieto los puños;
Doy el uno dos, evasión, evasión la busco y se esfuma.
Me descargo con el liso e inerte muro,

Sujeto a la cama,
Sudoraciones frías recorren la cáscara.
Me someto al dolor,
Me hago parte con cada poro del cuerpo y le doy la bienvenida.
¿Hace cuanto tiempo no te veía?
¿Por cuánto, te deje anestesiado?
En el tiempo que se prolonga como la estela de cometas distantes,
En el mañana que no deseo que llegue y se suspenda en el espacio
Como ahora.
Miro el techo y asoman desde ahí palabras muertas

Gritos ahogados, destinos exóticos
Que visito cada vez que me extrapolo de mi mismo.
Manifestando inquietudes que solo conmigo charlo,
Como la inmortalidad de las polillas que se queman en la vela.
Y vagan por paralelos distantes,
Como la mandíbula que se cierra apretando un enemigo invisible
Rechinando y temblando entre las cobijas.
Esperando jamás desaparecer,
Por que el dolor nos mantiene.
Y como el guerrero que soy, le hago frente

Le doy batalla y aquí le espero con la mano firme sobre las sabanas,
Con los ojos desnudos
Sumido en la cama…

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Me entiendes

Me entiendes, cuando miro de soslayo tu rostro entre la gente,
Entiendes, lo que es mirar de cara al sol
Y robarle a él sus preciados tesoros.
Compartirlos con el trigo maduro,
Que nos ofrece sus regalos en las mesas de blancos manteles
Con ese olor tan particular,
Entre polvillo del heno, tierra y agua.
Me entiendes, cuando miro el cielo,
Y las presurosas nubes salen sin más vestiduras que su esponjada piel.
Que son cazadas por los ojos de ávidos hombres,

Que imaginan las formas espectrales como verdaderas cosas o animales.
Entiendes, 
cuando mis ojos se clavan en el horizonte
Y huelo la tormenta tras las montañas que se abalanza sobre nosotros lavando todo la crueldad que se masca a diario.
Yo buscaba la humildad en esos rostros ajados por los años,
Curtidos por el paso de días polvorientos donde todo sabe a sal, salido de los poros de sus rostros.
Donde sus sudores dan forma a las tazas donde los hombres de corbata beben su café.

Me entiendes, cuando miro a tus ojos escrutando mas allá de las pupilas y me ahondo en tu alma que está al compás de la mía.
Y a ojos cerrados recorro el camino de tu rostro, pasando por tu nariz, tocando tus labios y dirigiendo a ciegas los míos para fundirme en un beso que trastoca el infinito.
Entiendes, cuando miro tu cuello y dejo caer a tus oídos las frases tiernas del amante  a la conciencia de la amada, mientras me aferro en un abrazo por tu espalda.
Puedes entender todo eso…
Puedes comprender por que, el espacio que hay entre tu cuerpo 

Y el mío que nos delimita se me hace inmenso si no encuentro tus ojos.
Me abstraigo, salto de ti en busca de palabras que describan lo ilógico de mi mente, de mis avances y retrocesos de un tema a otro,
De mis ironías crueles como la vida diaria
Y que aún así,
Compongan la lógica de un par de palabras enlazadas en mí,
Para que lleguen ti,
Y hacia los demás que son tan lejanos como las nubes que otros bobos como nosotros creen cazar,
Pero que son cazados por sueños, palabras y añoranzas.

Me entiendes cuando doy saltos al  azar,
De un tema a otro,
Te digo que te siento,
Mientras te hablo de humildad.
Te digo si me sientes y te hablo de lo ilógico.
Por que el quererte es tener los pies entre las nubes,
Que algunos bobos creen cazar con la mirada,
Lo que ellas arrastran con sus lágrimas.
Mientras los hombres de corbata beben el sudor de los hombres
En arcillas que no les pertenecen.

Y los panes rechonchos salen del horno,
Como de mis labios salen besos.
Me entiendes, cuando hablo de la vida
Y entremezclo las frases que se anudan en mi lengua rebotando con el paladar, produciendo un sonido de golpeteo acompasado.
Mientras los panes blancos salidos del reino de las brazas,
Son como nubes desnudas,
Que se mueven a través de los manteles blancos de los hombres de corbata,
Que nunca tendrán la piel ajada por el sol de la tarde

Y jamás transitan por caminos polvorientos.
Entiendes cuando el sol se esconde entre las montañas y nosotros nos desesperamos pues somos los bobos que cazan las nubes.
Mientras hablas me alimento de tus palabras,
Mientras hablo te alimentas de las mías,
Que difícil es hacer entender, que el peso de las palabras solo muestra parte de lo que sentimos y que más allá de eso, existen cosas simples que nos distinguen de lo normal.
Todo es ilógico, nada tiene sentido, solo saber que si te miro de soslayo debo encontrarte entre la gente.

Adentrarme en tus ojos pues estos mueven mi mundo,
Solo ellos, le dan el giro al sol de mis pensamientos y son la lluvia que lava mi cuerpo.
Solo ellos tienen el peso de reformar mi espacio
Y reestructurar mis sueños,
Yo solo soy el bobo que estructura fantasías en el cielo.
Soy el tonto, que quiere compartir mis sueños con tus deseos…