Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos."
"No te tomes en serio nada que no te haga reir."
Eduardo Galeano
Soy el vil fantasma del recuerdo,
Ese que te mantiene con los labios enmudecidos, al querer decir no, cuando es si.
Soy el prostíbulo de ideas que se comparten con un café y cigarros, mientras se crea un ambiente ambiguo, estilo des deux magots, donde todos miran de soslayo frunciendo una “O” perfecta al pronunciar lo que hablan.
Mientras yo giro el rostro, para no escuchar ese aire cargado de
Soy la sonrisa estúpida dibujada en los labios,
Mas parecida a una mueca cuando hablan de las “maravillas” de personas que conocen y yo desconozco.
Puedo ser el asco anudado a mis entrañas, cuando pronuncia nombres compuestos y me fuerzo a reír…
Cinismo abundante,
Solo somos tipos serviles,
Tratando de que en el intento no dañemos el ego de las personas que nos rodean,
Cuchicheos y comentarios de colegas o esos compañeros de
Colegio con los cuales jamás te llevaste bien,
Pero insisten que eran uña y mugre.
Soy el cinismo anudado al estrechon de manos y a la sonrisa.
Como también puedo ser, el encanto envuelto en bellas palabras,
Cuando lo único que deseo es que la caballerosidad que poseo,
No sea tomado por halagos forzados a los que me rodean.
Soy la ironía escondida en palabras que a nadie dañan.
Y las llaman bromas,
Por que en realidad lo son con un toque normal de humor,
Pues debemos tomarnos en serio pero jamás tan en serio, sirven al menos cuando bromeo de mi mismo,
Es para adoptar el papel de persona ese que nos corresponde a todos. Pero que todos olvidan como se representa.
Soy el que escucha a todos, pero no me dejo influenciar por sus puntos de vista y aunque así lo crean muchos, solo acepto lo que salga de esta
Soy el eco de una mente dispersa que muchas veces trata de abarcar más de lo que puede hasta colapsar.
Soy yo cuando debo serlo, pero la mayor parte de las veces solo reflejo lo que los demás quieren ver.
Por que pocos se esfuerzan en conocer,
Solo se quedan con la imagen que les agrada,
Soy la muerte, con su negra guadaña que ah de separarte de este
Mundo, con la rapidez con que pestañeas.
Puedo disfrazarme de “ángel” mientras me destripo,
He inmolar las plumas y algunos pensaran que es el espíritu santo bajando desde los cielos.
Puedo contener en mi mirada la locura profunda que tienen los santos o iluminados.
Mi rostro puede representar la imagen del terror o el espanto,
Y mezclarme con el rocío de la noche mientras me baño,
Con el torrente amplio de mis venas.
Puedo fundirme en la embriagues,
Con el contenido de un vaso cualquiera
Y girar en el asiento hablando en extrañas lenguas.
Soy el ente vacío, la marca negra en la mano,
El choque de espadas
Y el frío que recorre la espalda, antes que el hierro muerda en la última estocada.
Soy el llanto amargo, la noche descalza y sigilosa.
El veneno en la copa o en la punta de la daga ponzoñosa.
No maldigas, solo haz como yo y lleva la resignación en los ojos,
Pues el olvido es tan fuerte que se come hasta los recuerdos,
Es tan cruel que con su soplido nos desmorona como la torre de naipes que fuimos, somos o pudimos ser.
Llevando todo lo que nos pudre,
Lo que nos encadena a esta tierra.
A nuestras palabras oprimidas por la lengua y destrozadas por los dientes, antes de ser arrastradas por el viento.
Pues asfixia el respirar agitado, mientras arranca la lengua y nos consume en la aurora.
Soy la eyaculación de pensamientos,
Vaciados a una vagina estéril que nada puede procrear, más las palabras o la expresión de ellas, son los Reclamos dados al infinito vacío que se desborda por mis ojos.