viernes, 19 de agosto de 2011

Confesiones



















Miro tu silueta dibujada por el viento,
Los ojos como fraguas iluminan la inmensidad de la noche
Y respiro, tu perfume dulce atrapado en la atmosfera.
El cuerpo desnudo, se desliza por las sabanas
Y toco la piel tibia, sigo el rastro del sudor mientras dejo yacer mi mano en tu espalda.
Me adentro en el misterio de tu pelo
Dejando caer palabras,
Como quien vierte el dulce vitriolo en oídos ajenos.
Las frases de los enamorados se encuentran dibujadas en mis labios.

Recuerdo, las palabras anudadas a un susurro
Y aunque el tiempo nos devore mordiendo las carnes,
Debo confesar que no hay arrepentimiento en mis palabras,
Que pasaría por infiernos para llegar otras ves a tus brazos.
Y deseo, anudarme en abrazos eternos a tu piel.
Saber que la llama encendida en nuestros corazones,
Devoran hasta mi oscuridad mas profunda.

El viento de la mañana me llama,
Pronuncia mi nombre, mientras desaparezco
Recuerdo, tu sonrisa dispuesta, la frase sabia y las manos aforrándose a la mía.
En el transcurso de los segundos que nos rodean,
Deseo que no me sueltes,
Deseo que el espectro negro de nuestros destinos se enlazara fundiéndose en uno
Por el tiempo que los astros den su marca plateada sobre nuestros pasos.

Recuerdo, el transcurrir del día y quedar con la sensación de estar solo segundos contigo.
Debo agradecer por ser la balsa que me salvo de la muerte,
De ahogarme con mis entrañas.
De alejar con tus palabras la tormenta que me asolaba
Y te recuerdo, recostado en la cama fría, sin tu compañía
Fumo un cigarrillo mientras recapitulo todo lo sucedido,

El destello triste de la despedida
Y el tiempo que susurra a mis oídos,
Que otra oportunidad los dioses han concedido.
Esperando que sea el ultimo que bese tus labios,
Queriendo quizás ser el ultimo que este contigo.



El peso de los Recuerdos



La noche me consume
Como al vaho que es arrastrado por el viento
Memorizo, cada uno de tus gestos marcados por el sol de la tarde,
El silencio arremolinado en las calles,
Y las hojas rodando por el asfalto gris.
Las charlas que giran en torno de diferentes puntos de vista
De las cosas, 
nos consumimos en palabras entrelazadas que forman cadenas de ideas que se aferran a la lengua,
Se expresan en el choque de los labios y mientras te beso.
Aligera el peso de los días,

Se escapa el tiempo,
Mientras los astros se dispersan en el cielo
Tras las nubes guiando nuestros pasos
Los ojos iluminados por la entonación de las palabras,
Que nos recuerdan que antes de ella solo éramos sombras extinguiéndose en la aurora.
Sin el peso de los recuerdos que nos funden en un abrazo prolongado, en el respirar acelerado y los dedos incrustados en la piel.
Si alguien hubiera predicho, que mi encuentro en tu vida sería guiado por la pasión con la que vivimos, jamás lo hubiera creído.

Ahora me consume el ansia de verte,
Me consume el viento cuando respiro
Y no quiero mirar al cielo,
Pues puede que  pierda el leve brillo escondido en tu sonrisa.
No quiero nombrarte cuando me acompaño del silencio,
Por que temo que pueda llevarse tu nombre,
Escondiéndolo más allá de mí recuerdo.
 Déjame ser tu resguardo de los fuertes vientos,
Tú guía en la profunda oscuridad de la duda
Ayúdame a guiar la barca por el mar de las intrigas entre tejidas,

Por las lenguas de quienes quieran separarnos.
Prometo tener siempre la mano estirada,
Los brazos abiertos y la sonrisa dispuesta
Para borrar de tu rostro, todo lo que nos mancha.
Para calmar el corazón vaciado de soledad
Y poner entre tus manos
El destierro de mis versos.
Déjame ser el espacio entre tus esperanzas,
Ese que puede aliviar parte de tus miedos y rasgar los malos recuerdos
Para que solo quede la luna mientras una que otra noche

Las caricias nos consuman.
Cuéntame por que va cada suspiro,
Mírame mientras acaricio tu rostro
Y pronuncia las palabras olvidadas esas que mis oídos reclaman para sentirse presa de esa mágica poesía,
Que es sostenida por tu mirada, cuando se cruza con la mía.