"Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer."
Antonio Machado
En que momento todo cambio, En que instante todo se ilumino.
Yo recorría las calles buscando un perfume,
Mendigando su esencia,
Solo encontré el silencio tras mis pasos y esa risa rasgando la oscuridad.
La vi tras noches de febril insomnio,
Cuando la locura se asomaba como raudales por las cuencas de mis ojos
Y rasgaba la piel,
La sentí tan cercana a mis pasos.
Que la mente prófuga de deseo se anclo a su mirada,
Me rompe el espíritu verla tan lejos,
Esforzándose por sus sueños,
Tan solitaria como una diadema perdida entre la arena.
Por eso estiro mis manos,
Para sacarla desde el barro.
Ya todo sufrimiento pasa a ser vano al ver sus ojos,
Toda duda pasa a ser el eco de la noche cuando diviso su vientre perfecto.
Que más da si el tiempo me consume como la partícula perdida que soy,
Importa acaso que el viento me deshoje y se lleve mis pensamientos.
Veo distante tus pasos
Y me recuesto sobre montones de hojas caídas,
Descanso sobre la tierra húmeda,
Será así la tierra cuando mis ojos se cierren para siempre
Y solo quede el recuerdo en las mentes de quienes quise.
Desaparece y seré el viento del norte que susurre a tu nombre,
Seré el rayo de sol en la mañana esperando que habrás los ojos
Estaré junto a la nubecilla que se desgarra por el viento.
Siempre a la deriva como un barco sin timón,
Navego por los sueños
Recordando tú perfume.
Deja rescatarte del olvido,
Muchos ojos se posan en tu piel,
Más yo quiero confortarte en tu sufrimiento.
Las calles se desangran en automóviles más yo solo atino a pensarte a lo lejos.
Mordiendo tú nombre, tu, quien anidas en el pecho al sol
En las noches escarchadas por el frío.
Más que eso,
Eres la que porta las monedas plateadas que regala la luna,
La que cobija mis palabras y alientas a escribirlas.
Más cuando llega la noche,
Me escapo de las miradas de los sabios dioses y elevo en tu nombre una copla,
Que se esparce como bola de humo por los sentidos.
Espero entonces tu risa fresca,
El rostro radiante y esos labios dulces
Donde el sol renace tras las palabras que pronuncias,
Mientras son rechazadas por los dientes.
¿Quién eres mujer?
Para robar mis versos y adueñarte de esta carne que solo soportaba el tedio de los días sin esfuerzo,
Para descansar la mente entre las sabanas de tierra.
¿Quién eres mujer?
Mirada penetrante y profunda.
Eres la creación de los cielos o la encarnación de la poesía impregnada en tu cuerpo.
Mirare la luna mientras a ello pregunto
¿Quién eres?
Oh en que te has convertido para que mis frases choquen más allá de tu pecho a la altura del corazón
Y traten de desatar tormentas solo dignas de la imaginación.
A fuerza de la noche,
Recostare mi mirada entre los astros esperando que ellos entiendan mis palabras
Y me dejen naufragar a la deriva.
¿Quién eres mujer?
Fruto de esta tierra marchita o el tabernáculo de mis sueños,
Podrías responderme al oído dulcemente
Lo que el viento secretea entre tus ropas.
Oh lo que la danzante luna ama de tu piel cuando se recuesta en ella,
Como mis manos y los besos dados que solo mendigan un poco de ti.