viernes, 15 de abril de 2011

"Donde el vino supera al tedio"

Voy a vagar por un par de bares
Como no lo hago hace tiempo
Allí donde todos los sueños son bañados por la música de guitarras solitarias,
De colillas mal apagadas y gritos que se difuminan en la noche.
Es cierto que la noche trae las sombras envenenadas del ayer,
Todas envueltas en el velo misterioso de la oscuridad.
Por eso busco entre los mesones sucios una mirada tan perdida como la mía.
Me siento en un rincón,

Sirvo en mi copa la sangre de los condenados en el Hellhiem
Y bebo sorbo a sorbo los poemas recitados por las polillas en madrugadas desiertas,
Donde solo se escucha el sonido de copas al romperse.
Allí descanso con el cuerpo tendido en la banca,
Mientras mi cabeza gira a sus anchas
Por los desiertos del pensamiento,
Anestesiado tomo el lápiz y trazo palabras que se prostituyen por  una cueca a golpe de palmas.
Mientras una mujer de rostro oscuro sube a mi mesa y se desnuda con

Las miradas de los presentes,
Pariendo versos salidos de su vulva.
Todo se agolpa en los oídos,  
Las risas gritos y golpes.
Todo ello va horadado en mis sentidos como el rostro de esa mujer oscura,
Apoyo mis brazos en la mesa
Y reconstruyo los espíritus de los caídos en mi desvelo,
Sus ojos que rasgan las faldas
Ahondándose en los pechos de la cordillera.

Queriendo retener al sol que se mueve al compás de una paya desafinada, tocada en una guitarra muerta.
Ya no soy dueño de mis sentidos,
Subo a la mesa junto a ella,
Mientras deshojo mi sano juicio
Me desbordo en la embriagues de la velada,
Miro entonces los banquillos desiertos
Y me encuentro en el mismo lugar,
Con un perfume en las vísceras en un bar cualquiera,

Donde el vino supera al tedio de mis días.
Sacrificados por aplacar la noche desierta,
La luna traicionera y mis manos atadas a tus caderas.

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