Por que es tan difícil aceptar lo que pasa por la cabeza,
Tantos sueños marchitos bajo la soledad de la noche
Solo los astros son dueños de lo que pensamos,
Mientras enmudecemos refrenando nuestros ardides.
Despacio y lentamente recorro estas palabras,
Esperando.
Como siempre lo hago,
Esperando que ni una brizna de ellas escapen como frases kamikases
Todas ellas agolpadas en el papel,
Se deslizan,
Como maderos por la escarcha.
Quien puede adueñarse de todo lo que pienso,
Siento o creo dibujar
Con palabras salidas de reinos sumergidos bajo las amplias aguas de mi imaginación.
Mas esta imaginación esta enlazada a cientos o miles de millones
De cambios diminutos que quizá mi inconciente capta
Y lo arroja sobre el condenado papel.
Puede ser que todo lo mío
No sea creado por mí,
Si no que sea el eco de muchas voces irrumpiendo mi conciencia cuando me anudo entre los sueños a otros soñantes.
Así me esfuerzo por encontrar las palabras necesarias
Y justas para explicar lo que tan mío siento.
¿Pero es así?
O solo es el reflejo de los sueños,
En los espejos rotos de mi mirada
Quebrado por el adiós.
Más cuando la noche llega,
Se plaga mi mente de frases que sin control escapan por mi boca
Y no puedo retenerlas,
Tan siquiera si fuera dueño de enfrascarlas y decirlas cuando toda Palabra es mala si no va cargada con la sazón de deseos,
Que se encuentran abandonados hoy en día.
Por eso me apego a estas hojas con la pasión de un beso,
Como quien quiere hacerle el amor a vocales, letras y palabras que sin orden especifico nada valen.
Es esa misma pasión la que me mantiene vivo o al menos eso pienso, momentáneamente cuando respiro,
Exhalando el vaho de mi aliento frío como los dedos muertos de un anciano a orillas del camino.
Como esa flor que crece entre las grietas de la vereda.
Solitaria, como toda persona en este mundo
Somos cadenillas de islas
Amontonadas y a la deriva.
Entonces permanecemos distantes hasta que alguien se acerque
Ah centímetros de nosotros,
Primero es una alarma que suena en todas partes,
Tratas de rehuir la compañía en su momento te llegas a dar cuenta que es como tu.
No del mismo modo,
Pero si parecido
Por que rehúye la compañía.
Como todos nosotros, temores salen a flote, fantasmas que jamás fueron olvidados llegan abanicando el miedo ante tu rostro.
Si miedo, el miedo de pertenecer a otra isla y depender,
Depender de su compañía, palabras y sonido del oleaje contra su estructura.
Todos tememos, así pasado ese momento
Viene la aceptación y nacen sentimientos.
¿Y se sufre? pero solo por que lo queremos,
Más siempre ah de existir felicidad, cuando se comparte la estructura del silencio.
Por que sabemos, que hay más allá de ciertos límites,
Aún así,
Osamos pasarlos transgrediendo incluso el mantenernos a salvo.
Entonces luchamos para que ese islote que esta frente a nosotros permanezca.
Siendo lo contrario luchamos para no hundirnos
Y agonizar entre las aguas del sentimiento, cuando el islote se retira.
Algunos aceptan que la compañía vale,
Con ello también lo que nos produce,
Otros lo niegan hasta el final.
Sin dar cabida a lo que pudo acontecer,
Esa unión perfecta donde todo calza como un rompecabezas.
Somos islas en cadenillas formamos continentes y mundos diferentes.
Quizá guiado por todos estos islotes,
Formando mi continente escuche de ellos, todo lo que pienso, que no me pertenece.
Puede ser que todo sea errado,
Siendo todo esto, parte de mi mente, que agoniza en una mente mayor.
Oh solo sea la repercusión infinita de millones de pensamientos que navegan a la deriva y que yo se tomarlos desde estas aguas tranquilas, en este mar distante llevándolas a mi cama,
Amándolas poco a poco para que ellas puedan parir mis benditas poesías antes que el mundo acabe
Y los continentes lleguen a ser islotes nuevamente.
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