Deambulo en estas noches harapientas
Con una sonrisa extinguiéndose en mis labios,
Como pozos mis ojos carcomen la noche
Devoran el espacio donde se diviso una sombra,
con un nombre escrito, el cual no recuerdo.
Abro mis fauces y trago,
hasta el silencio que clama
Por las sonrisas apagadas que yacieron suicidándose en la nada.
Los gritos se desploman en las veredas húmedas tras la lluvia
Y cientos de hojas se arrastran como gusanos salvajes
Por las estancias vacías del recuerdo.
Nada poseo,
solo la lenta marca que me sigue desde mi nacimiento,
Desde que la gente hablaba con vos fría y pausada
Acerca de mí.
De mí partida o llegada.
De cuando en ves,
suelo dirigir las almas congeladas por este mundo cobarde.
Por este mundo ruin y cruel,
Que rompe los sueños, como en las mañanas frías se suele romper la escarcha.
Todos han de llegar aquí, mas el tiempo es solo un suspiro
Donde creen anudar sueños y virtudes
Esa irrealidad es la tierna despedida de este mundo que se descascara,
Poco a poco.
Todos han de dar el último y preciado suspiro
Y arrojarse a los brazos de la eternidad,
podré llevarlos cogidos del brazo.
Mas no comentar mis negros sueños,
donde el mundo arde
Donde el mundo se pierde y no es más que una quimera.
Más con angustia y dolor miro a sus ojos encantado con el peso de una existencia que se desborda en vida.
Ese que se ve pasando la valla de los sueños,
Donde reposan sobre el pensamiento,
siendo este, el cielo.
Descanso de heroica batalla lidiado en un leve suspiro.
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