domingo, 1 de abril de 2012

XXVI

Deberás recordármelo más tarde,
Deberás decirme tarde que el tiempo no transcurre
Más nosotros nos desplazamos despedazándonos
Entre el aullar del tiempo y los recuerdos
Que nos recuerdan, que el recordar es vano
Si nada contiene lo que pensamos o esperamos
Que pudiera darnos vida,
Darnos agua,
Darnos sed y hambre.
A nuestros labios desnudos

Muertos por nuestro paso por el tiempo.
Mas el tiempo, solo es una cifra inexistente
Que se distorsiona como las palabras que rebotan en las paredes
De la imaginación.
Y la imaginación es el ruido sordo de la caída de nuestras lágrimas
Al piso desnudo, como tus pies tocando las arenas,
Que son borradas por el mar.
El mar que es al final mal,
Pues borra los pasos flojos que damos,
Mientras el cielo nos mira con total desgano.
Las estrellas nos guían por la vejes de las palabras que mueren

Y sus cuerpos y estructuras son llevados por las aguas,
Sacados de la arena y envueltas van en sed
Pues la sed se deshidrata y la sal es un veneno para el cuerpo,
Cuando tragamos un poco de estas aguas,
Que nacen de los ojos y mueren en la tierra seca.
Todo se convierte en barro y mis pies son envueltos en el
Carcomiendo mis pasos,
Mientras dulcemente miras al horizonte buscando las estrellas
Que tienen desgano, mientras yo tengo hambre y sed de recuerdos.
 Eh abandonado esperanzas para seguir adelante,

Y el tiempo me recuerda que solo avanzo
Por la sed y hambre de encontrar algo que la sacie.
Que extinga de mí ese anhelo más allá de los recuerdos
Siendo llevado por las aguas del mar,
Para que un día envenenara mi cuerpo
Dándome muerte en el barro de pensamientos,
Cuando miraba el cielo, sin sed, ni hambre por nada.
El mar esconde los difuntos recuerdos y todos se van al fondo
Desde ahí alimentan a los peces que naufragan bajo las aguas envenenadas
Que un día me atreví a beber,

Para olvidar la sed,
Para olvidar el hambre y increpar al tiempo.
Escupiendo a las paredes, donde encontré un trozo de agua,
Sostenida en un vaso,
Todo termina dice el silencio,
Que se anudan a la pared
Cuando las olas revientan en su estructura que a su vez contiene un vaso apoyado en su superficie.
Te veo paseando por las arenas del tiempo,
A través del trozo de agua que sostiene el muro de los lamentos.
Veo cuando caminas

Con un trozo de vidrio del vaso, rasgando el agua con tus cabellos.
Y el hambre que sentía es capeada por la pared que devoro
Para sentirme cerca de tus pasos, que sin importancia
Se pierden en la arena, pero al fin lo diviso
Antes que el veneno corra por mis venas.
Te veo entre la bruma,
Con los cabellos mojados por la lluvia y camino por trozos de vidrio que contenían las aguas del vaso.
Las aguas fluyeron por la tierra, convirtiéndola en barro
Cuando tus ojos se posaron en los cielos
El cielo no vio figura más bella y comenzó a llorar,

El llanto mojo tus cabellos y sigo tras la sed
Que inunda mi garganta cuando trato de hablarte,
Cuando trato de decir que el pan es el medio para saciar mi hambre,
Pero tus palabras sacian mis recuerdos.
Cuando puedo decir que un trozo de agua puede saciar mi sed,
Pero tus labios aplacarían el infierno de mi garganta
Que se transforman en campos incendiados por tus ojos.
Podría decir yo, que el mar puede borrar tus pisadas pero no el reflejo de tu rostro en las estaciones marcadas por un hasta pronto.

Y el silencio no es más que un pétalo en tus cabellos,
Que ilusionan al tiempo, dejando las arenas mudas
Con tu lento transito en torno de mis ojos.
Condenados ellos por la luz de tu rostro,
Que aplaca toda oscuridad del cielo y soberbia de las nubes
Cuando esconden los astros, para que no divise tus pasos
Marcados en la arena.


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