domingo, 1 de abril de 2012

XXXIII

Atesoro interrogantes que solo yo quisiera responder,
Compongo palabras sueltas, que permanecen ante el soplido de mis pensamientos. 
Ramilletes de espectros vagan por las plazas de mis manos,
reuniéndose todas juntas en los fondeaderos de los espacios que dejo en la memoria. 
Pelotas de trapo se pudren sobre los tejados,
Mientras trato a los recuerdos de mi infancia,
Como los viejos compañeros que son.
Siendo sustentados solo por el ir y venir de los columpios rotos, 
sólo ellos esperan que recordemos las tardes de juegos montados en sus grupas,
Sacrificando los tediosos días donde acumulamos el trabajo en los escritorios.

Pupitres plagados de palabras garabateadas en sus pieles,
Eso marca el paso de los que vienen y van,
Aturdidos por las palabras dichas en mañanas partidas por el frío.
Yo creo perder mis horas,
Repasando los sucesos de mi jornada,
Mientras exhorto de mis labios los secretos del viento con los árboles,
Gatillo lo que la mente resguarda de todo lo ajeno a mi rededor. 
Y se ofusca si presiono con real antojo la fibra que aun sangra, herida por los años,
Siendo mi silencio la isla añorada por todos los que con gusto nos alejamos de esto llamdo sociedad.
De ella cosecho los frutos de los recuerdos,

Escucho como dicen que todo tiempo pasado fue peor,
Salvo, por la inocencia de la niñez
Que nos ha sido arrebatada,
Mientras camino veo los montículos que se forman por fosas comunes de palabras olvidadas.
Que más puedo olvidar,
Que más queda dejar para ayudar a que la soledad nos consuma y se olviden de nosotros por completo,
Para saciarnos con el hastío nuestro de cada día. 
Que podemos dejar sobre los banquillos de la plaza,
Para que un desconocido aprenda a que existe mas vida y no se enlace a nosotros como la cadenilla de islotes, 

cuando llegamos a cortar los eslabones que nos unen a los seres queridos o amados, 
que se transforman en el apoyo incierto,
Entre las noches de sopor.
Y aquí me encuentro aislado de todo ser,
Por el gusto de tocar la fibra que sangra cuando la presionamos de buena gana,
Pues siempre tendremos algo no superado en nuestro ir y venir. 
Entre el cielo e infierno que nos devora.



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