I PARTE
La luna viajaba por la inmensidad del espacio, el viento recorría la ciudad arremolinándose en los rincones, las sombras de los extraños se deslizaban por las aceras, cada cual insertos en sus rutinas diarias y yo, desde mi ventana veía como las calles y autopistas se desangraban en luces, de colores similares a un prisma.
Ya había comido y los restos, los arrojaba al tacho de la basura, estuve leyendo a Rimbaud dejándome llevar por la música.
Nada contenía todas esas palabras agolpadas en mi interior, cientos de ellas se diluían en el pozo de los recuerdos sin poder aislarlos y dejar que se descargaran como la metralla que deseaba, pues bien, esa noche sería de whisky y música.
87 mensajes en el contestador, 9 de mi madre, 5 por créditos, todos los demás del editor.
¿Que hacer?
Servirme otra copa, mis manos se dirigieron al mueble y para mi sorpresa solo quedaba el suspiro de la botella, ni una miserable gota rodaba por sus costados.
Diablos, me dije.
Sin ganas de salir tome el teléfono y espere la voz familiar del conserje, pero solo sentí el pitido largo y prolongado del otro lado.
Me puse calcetines, tome un par de bototos y los anude fuertemente.
Un chaleco, la chaqueta, me dirigí a la entrada entonces tome la bufanda y el sombrero.
Revise las llaves, la billetera, mientras me calzaba los guantes.
Al salir de la puerta, todo ruido se apago, el pasillo se veía mas estrecho de lo normal y oscuro. Tras cerrar la puerta se produjo un ruido sordo, mire y una oscuridad se plantaba a mis espaldas, corrí hacia las escaleras, mientras bajaba todo se iba apagando hasta que choque con Isaac, el chico de la limpieza.
Me miro y me dijo, Sr. Cortes, esta usted bien.
Le mire y asentí al girar mi vista, todo estaba tan iluminado como siempre, entonces pregunte, ¿Ah habido alguna falla en el alumbrado?
No señor, todo esta normal, ¿Por qué lo pregunta?
Es que arriba esta muy oscuro, comente.
Pues podemos ir a ver, quizá sea alguna bombilla que funcione mal.
Le dije, es probable.
Subimos por espacio de 5 minutos las escaleras y al llegar a mi pasillo, estaba todo tal cual, Isaac me miro y pregunto ¿Esta todo en orden señor?
Si respondí, aunque mi cara creo que no le convenció del todo.
Mientras nos dirigíamos a las escaleras, sentí ese terror al voltear la espalda al pasillo, al girarme solo divise la ventana y las luces de los edificios del fondo.
Salí a la calle y camine extrañado, jamás me había pasado algo similar en mi vida, aunque era una sensación nueva, abrumadora, no por eso era una mala sensación.
Pase a la misma botillería, la cual frecuentaba hace ya mas de 6 años, el dueño era un viejo amigo un tanto loco, decía ver seres ultra terrenos y alucinaba con ellos, tuvo un programa en la televisión, luego que un reportero viera esas pequeñas trampas que hacía, su fama se redujo y ahora era una persona normal, con una vida tan aburrida, como la mía.
Nunca tuvo hijos, salvo una sobrina que adopto y decían que tenía el mismo don que el, cosa que como ya dije, es un fraude más.
Entre al Local, sonó el tintineo familiar de la campanilla de la puerta, la chica alzo los ojos y con una venia, siguió leyendo la revista.
Ella contaba con no más de 17 años, fui a las estanterías de los whiskys y escogí una marca ya conocida, de 20 años, lleve también las famosas bebidas energéticas, mi medico me dijo que moriría bebiéndolas con alcohol.
La verdad es que la muerte me ha rondado tanto que ya poco importa, con 31 años, soy un bebedor experimentado, un fumador empedernido y un excesivo en lo que amo.
Tome un cartón de mis cigarrillos favoritos y me dirigí a la caja, la joven alzo la vista y me dijo son 43.725 pesos, desea llevar chocolate o estos filtros para cigarrillo, le vendría bien al menos, para no intoxicarse tanto, fruncí el entrecejo y le dije.
Llevo haciendo lo mismo desde que tenía…
Tu edad, dijo ella, completando mi frase.
Saco la revista de su rostro y me dijo,
Así como va, tendrá una muerte segura.
Conteste,
Toda muerte es segura, no!!
Solo sonrío, hasta con la mirada.
¿Como esta tu tío? Pregunte.
Mi tío, muy bien salio de paseo a visitar a la familia.
Que bien, mándale mis saludos y dile que se cuide.
Sonrío nuevamente.
En que pongo sus cosas, en bolsa o en caja, dijo esto ultimo, de forma burlona.
En bolsa, por favor, respondí, mientras echaba mano a la billetera.
Levemente las luces parpadearon, la vista se me nublo y escuche ah mis oídos un susurro, un leve susurro que me decía, falta poco.
Levante el rostro y pregunte, pasa algo, ella me miro extrañada y me dijo
No por que.
Entonces como una oleada ascendió, un miedo terrible por mi espalda mientras sudor frío corría por mi frente.
FALTA POCO, volvió a repetirse y mi mirada se desvanecía.
Sr. Alejandro, Sr. Alejandro, ¿pasa algo?, Sr. Alejandro.
Desperté en el suelo del local, Marta me miraba desde arriba. ¿Esta usted bien? Pregunto.
Asentí, mi mandíbula aún temblaba y sentí una risa, a la distancia, realmente falta poco, sigue así todo va bien.
Un dolor atravesó mi cerebro y un grito inundo mi garganta.
Abrí los ojos y la chica consternada, me dijo,
¿Quien es usted?
¿Que quiere de mí?
¿Que quiere de nosotros?
Tome sus cosas y lárguese.
Le mire y la vos que resonó en mi, fue cavernosa y casi gutural.
¿Marta, por que di…?
No alcance a terminar y cerré mis labios, lleve mis manos a la boca, tapando lo que pudiera decir.
Quería correr, pero solo tome las cosas y me retire con paso firme.
Caminaba por las calles en dirección de ningún lugar, algunos me miraban otros cruzaban la vereda, entre los espejos de las tiendas me divise, el mismo rostro pero los ojos encendidos, con una llama casi bestial, comprendí entonces, que estaba encerrado en mi cuerpo, que había dejado de ser yo y pase a ser otro, mientras retumbaba en mi, la palabra la dichosa y maldita palabra, falta poco.
¿Faltaba poco para que?
Faltaba poco en que, gritaba y ese grito rebotaba en las paredes de la nada, me consumía la desesperación, mientras me extinguía, si me extinguía entre las multitudes que me rodeaban y desgarraban mis carnes como un perro hambriento desgarra su presa.
Como una palabra varada entre multitudes de hojas que se rasgan con el viento.
¡¡¡Falta poco!!!
Me arrancaba el pelo o lo que fuera y me retorcía mientras gritaba que yo no era el, mírenme, mírenme y arranquen esta mascara que me oprime y corrompe mi cuerpo.
¡¡¡Falta poco!!!
El grito me consumía y un ardor y un miedo me atormentaba, como cuando cerré esa puerta, como cuando vi esa figura en la noche, riendo con los brazos alzados al infinito.
¡NO SOY YO!
Yo no soy el, mírenme, arranquen esa mascara muerta de mi rostro, mírenme reducido a un grito y un lloriqueo estúpido.
¡¡¡Falta poco!!!
¡YO NO SOY EL!
Rasgue mi estomago y anude las entrañas a mi garganta, jale pero estas se rompieron, dejándome en el piso negro que me consumía, que me arrastraba, mientras el cuerpo caminaba y subía a la habitación.
El grito se apagaba en la oscuridad mientras el reía, frente al espejo, sabía que podía verme, pues el tanto como yo, sabíamos que existíamos en el mismo espacio ocupando el mismo, lugar.
Falta poco musito mientras mis ojos se apagaban en la oscuridad.
Falta poco musito mientras mis ojos se apagaban en la oscuridad.